Elegir el momento de la temporada de esquí en la que hacemos una escapada a la nieve es importante. No solo porque hay temporada alta y temporada baja y eso puede cambiar mucho el precio de un paquete de hotel + forfait, sino porque las condiciones de la nieve son muy diferentes en diciembre, que en febrero o en marzo. Aunque no lo creas, no solo existen diversas modalidades de esquí, sino que también hay varios tipos de nieve, los cuales pueden favorecer en la práctica del deporte.
No hablamos solo de las cantidades; lógicamente habrá mantos de nieve más abundantes en pleno invierno, en los meses de enero y febrero. Pero también queremos poner el foco en la calidad de la nieve y en sus características, porque no es lo mismo esquiar en una agradable nieve polvo que sobre nieve dura, físicamente más exigente y más cansada. Especialmente los debutantes, deben buscar nieves más agradecidas para llevarse un buen recuerdo y que no sean demasiado exigentes. ¡Bastante tienen con aprender a manejar los esquís!
Vamos a estudiar, a fondo, los tipos de nieve para esquiar que nos podremos encontrar en las estaciones de esquí y en las palas vírgenes.
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- 1 ¿Qué tipos de nieve hay para esquiar?
- 1.1 Nieve polvo, el tipo de nieve preferida por los esquiadores
- 1.2 Nieve dura, apta para los más experimentados
- 1.3 Nieve polvo dura, el tipo de nieve más habitual
- 1.4 Nieve húmeda, o también llamada «sopa»
- 1.5 Nieve primavera, exigente para los principiantes
- 1.6 Nieve artificial, siempre nos asegura la jornada de esquí
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¿Qué tipos de nieve hay para esquiar?
La leyenda dice que los esquimales tienen un centenar de palabras para designar la nieve; aunque algunos investigadores han demostrado que para 1911 apenas se utilizaban cuatro, el mito sigue vivo. Lo que es cierto es que no existe un único tipo de nieve. Los esquiadores lo sabemos bien cuando vamos a las pistas en Navidad y en Semana Santa: surfeamos sobre nieves bien distintas y que requieren unas técnicas algo diferentes, ya que cambia su tacto, consistencia y textura.
Además del momento del año en el que esquiemos, la nieve también cambia en base a la altura a la que estén las pistas de esquí; a la localización de la estación, en una zona más seca o con más humedad, de interior o más próxima a la costa; a la orientación de las pistas, hacia el norte (más precipitaciones y más nieve polvo) o hacia el sur (más solana y más probabilidades de encontrarnos nieve dura); y, por supuesto, a las condiciones meteorológicas que haya habido en los días previos a nuestra escapada a esquiar, que determinará fuertemente el tipo de nieve que nos encontraremos. Podemos agruparlas de la siguiente manera:
Nieve polvo, el tipo de nieve preferida por los esquiadores
También conocida como «azúcar» o «powder». Es la nieve más buscada por los esquiadores porque surfear sobre ella es como hacerlo sobre una nube. La identificaremos rápidamente porque la nieve está suelta, está muy blandita y es muy esponjosa. Es muy disfrutona para todo el mundo, pero especialmente para los debutantes que están dando sus primeros pasos sobre los esquís. Si quieres asegurarte y esquiar sobre este tipo de nieve, te recomendamos que visites los Alpes franceses en el Puente de Diciembre.
Ayuda a deslizarse con rapidez y tanto los esquís como la tabla de snowboard son más fáciles de controlar en este tipo de nieve; además, al estar blanda, los impactos están más amortiguados. ¿Cuándo podemos gozar de los beneficios de la nieve polvo? Básicamente cuando hay nieves intensas. Y como todo tiene un «pero», la desventaja de este tipo de nieve es que si ha habido precipitaciones muy bestias y se han acumulado más de 30 centímetros, hay peligro de aludes de nieve.
Para evitar riesgos, consulta el parte meteorológico en tu estación de esquí de destino e infórmate de las condiciones del terreno si vas a practicar fuera pista; en cualquier caso, si practicas freeride, siempre debes ir equipado con pala, sonda y ARVA y saber utilizarlo, así como llevar un buen equipo de esquí que te proteja de las temperaturas y las condiciones meteorológicas. Otro apunte: cuando hay nieve polvo es el mejor momento para pasárselo en grande con niños (y también con adultos) haciendo muñecos y lanzándoos bolas de nieve, aunque siempre se deben seguir algunos consejos para ir a la nieve con niños. La nieve polvo es, en definitiva, ¡una nieve para gozar!
Nieve dura, apta para los más experimentados
Es el tipo de nieve menos agradable para esquiar, ya que es físicamente más exigente y te cansarás más sobre ella, por lo que es apropiada básicamente para esquiadores experimentados. Y es que si con nieve polvo aguantas un día sin parar en las pistas, no te sorprendas si a las pocas horas ya estás destrozado sobre nieve dura: es normal. La nieve toma esta consistencia más pesada cuando hace mucho tiempo que no nieva y se compacta y no se crean nuevas capas. La que hay en la montaña desde hace unos días se va fundiendo poco a poco cada día, con la subida de las temperaturas durante el día, y lo que queda, se vuelve a congelar al caer los termómetros por la noche.
Es la nieve menos agradecida para los novatos por dos motivos principales: como su propio nombre indica, está dura, por lo que una caída aquí es más dolorosa; por otro lado, es una nieve que facilita mucho el deslizamiento, por lo que hará que bajes muy rápido por las pistas, algo que puede dar un poco de respeto a los que todavía están aprendiendo y no tienen un gran manejo de los esquís, ya que aquí es más complicado frenar. Saber reconocerla es muy fácil: basta con caminar sobre la nieve y comprobar que no dejas huella; en ese caso, estás sobre nieve dura.
Nieve polvo dura, el tipo de nieve más habitual
Es una combinación de las dos que hemos visto antes. Solemos encontrarla cuando ha nevado algo sobre la antigua capa de nieve dura. Es también como suele quedarse la nieve cuando, después de nevar, pasan las máquinas pisapistas para «peinar» los trazados balizados. Esto hace que la textura sea de nieve polvo, pero con una base sólida. Es el tipo de nieve más habitual que nos encontraremos en las estaciones de esquí e igualmente muy agradable, con una calidad excelente para conducir en las pistas, para todo tipo de esquiador (debutante y avanzado).
Nieve húmeda, o también llamada «sopa»
Es un tipo de nieve que evitamos, pero con la que seguro que nos encontraremos en algún momento. Coloquialmente se le conoce también con el nombre de «sopa» o «papa», porque un elevado porcentaje de la nieve se ha derretido por las altas temperaturas de las horas centrales del día y ha cambiado a un estado líquido. También pueden provocar que haya nieve húmeda las lluvias o las grandes concentraciones de esquiadores (es más frecuente en estaciones de esquí masificadas).
La nieve húmeda aumenta el riesgo de avalanchas y la pérdida de densidad complica la práctica del esquí, aumentando el riesgo de que se nos queden clavados en caso de caernos. Los debutantes deben tener especial precaución al esquiar sobre nieve húmeda, porque el control de la frenada es más dificultoso.
Nieve primavera, exigente para los principiantes
La llegada de la primavera y de las temperaturas más agradables para dar un paseo provoca cambios en la nieve de las pistas de esquí. En el final de la temporada se hace más esponjosa y al mismo tiempo pasa a ser más irregular. Es divertida, pero también más exigente para los principiantes. Los esquiadores de nivel intermedio disfrutarán mucho de la nieve primavera. En todo caso, para marzo y Semana Santa se recomienda empezar a esquiar a primera hora.
Nieve artificial, siempre nos asegura la jornada de esquí
Es la que fabrican los cañones de nieve de las estaciones de esquí y que garantizan que podremos disfrutar de las pistas sea cual sea la meteo. Todo tipo de esquiador puede deslizarse por esta nieve fabricada, pero no hay nada como la natural: el deslizamiento es sensiblemente peor. Igualmente, hay que tener cuidado al esquiar, ya que el calor puede crear pozos agua.