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Qué ver en Huesca: los 10 planes imprescindibles

La provincia de Huesca lo tiene todo. Y no es una manera de hablar: en su territorio de más de 160 kilómetros cuadrados alberga paisajes tan dispares como los verdes, frondosos y alpinos Pirineos o el salvaje y árido bosque de los Monegros. En estos espacios hay mucha diversidad de planes que ver en Huesca.

¿Quieres una escapada en la que no falte la adrenalina? ¿Prefieres algo más tranquilo, haciendo turismo por alguno de los pueblos más bonitos del Pirineo Aragonés y alejar las preocupaciones en un spa? ¿Buscas lugares que ver en Huesca con un interés histórico y cultural? ¿Estás preparando un viaje de esquí que te permita conocer gran parte del territorio? ¿O buscas un viaje que lo incluya todo? Aquí te dejamos un listado con las mejores experiencias y actividades en Huesca.

1. Senderismo y montañismo en Huesca

Los amantes de los entornos naturales y de la alta montaña encontrarán un sinfín de rutas que hacer en Huesca para todo tipo de públicos. Por poner un par de ejemplos, los veteranos pueden animarse a subir el Aneto, que es el pico más elevado de los Pirineos con sus 3.404 metros de altitud, en pleno Parque Natural Posets-Maladeta; o bien coronar otra cima mítica como es el Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa de Huesca. Esta claro que subir a alguno de los picos más famosos es uno de los mejores planes qué ver y hacer en el Pirineo Aragonés.

No todas las rutas de senderismo en el Pirineo Aragonés implican muchas horas a pie y superar grandes desniveles. Huesca también tiene muchos paseos suaves y menos exigentes para excursionistas de otros perfiles y para familias.

Una de las mejores rutas por Ordesa y Monte Perdido de Huesca, un clásico es la ruta a la cascada de la Cola de Caballo, unos 20 kilómetros (ida y vuelta) con paisajes que te dejarán sin habla; en la Selva de Oza y Valle de Hecho, podemos visitar el Ibón de Acherito, un espectacular lago de alta montaña en un paseo de 8 kilómetros (ida y vuelta); y en Sierra y Cañones de Guara nos podemos acercar al embalse de Vadiello y la fuente de la Tamara, una preciosa y refrescante piscina natural.

Otra ruta imprescindible que hacer en Huesca son las Pasarelas de Montfalcó, unos pasos de madera clavados en la roca con fijaciones de acero en un recorrido de vértigo (pero seguro).

Se sube previamente por unas escaleras que ascienden hasta la parte alta del acantilado desde el río Noguera Ribagorzana, que es la frontera natural entre Huesca y Lleida (el lado catalán se conoce como el “congost de Montrebei”).

2. Actividades de aventura

Una de las actividades en Huesca más solicitadas son las de aventura. Y es que, con todos los espacios naturales que tiene en su territorio, ¡propuestas no faltan! Las hay muy variadas.

La Sierra y Cañones de Guara, por ejemplo, es el paraíso de los barranquistas, siendo el más popular el barranco del Mascun Superior, en el que hay varios saltos y rápeles y que nos llevará unas seis horas completarlo. Así que, si no sabes dónde hacer rafting en Aragón, esta es una muy buena opción que divertirá a todo el que lo practique.

Y si nunca has hecho barranquismo en Huesca tienes una oportunidad de oro para empezar con descensos sencillos de la mano de alguna de las muchas empresas especializadas que hay!

El rafting es otra de las aventuras que hacer en Huesca con amigos o familia más interesantes. No faltará la emoción ni las risas en una expedición acuática totalmente segura a bordo de una balsa neumática en el río Ara o en el río Ésera, una actividad que se puede hacer de primavera a otoño. Si queréis remar, pero de forma más pausada, siempre podéis dar un paseo en kayak por el embalse de Mediano o por el cañón del Entremón y el Grado.

Y, sin duda, una de las mayores aventuras que puedes hacer en Huesca es probar la Tirolina del Valle de Tena, en Hoz de Jaca: tiene un kilómetro de longitud, sobrevuela el embalse de Bubal a 120 metros de altura y alcanza una velocidad de hasta 90 kilómetros por hora, algo que la convierte en la tirolina doble más larga y alta de toda Europa.

Una experiencia inolvidable para vivir en pareja, en familia o con los amigos que es extrema, pero que cuenta con todas las medidas de seguridad necesarias y es apta para menores a partir de 10 años.

3. Esquiar en Huesca

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El esquí y el snowboard son dos de las actividades de montaña más populares en Huesca durante el invierno. Y no es para menos, ya que aquí están algunas de las mejores estaciones de esquí de España. Sus paisajes son espectaculares cuando están cubiertos de nieve, pero también en verano, cuando algunos remontes siguen abiertos para acercarte a un precioso entorno de alta montaña pirenaica. Un resumen de las estaciones de esquí de Huesca:

  • Formigal-Panticosa. Es una de las grandes estaciones de esquí de la península con 180 kilómetros de pistas, que se reparten por seis valles. Hay un total de 146 pistas entre los 1.145 metros y los 2.250 metros de altitud. Un auténtico paraíso para los amantes del esquí, tanto para quienes empiezan como para los que buscan desafíos, por la gran variedad de trazados que hay. Sin duda, es uno de los destinos dónde esquiar en España por excelencia y el favorito para muchas personas. Ah, ¡y tiene uno de los grandes après-ski, como es Marchica! En verano abre el Telecabina de Panticosa, que sale del pueblo y acerca a los pasajeros a los 1.900 metros de altitud; también es un buen momento para subirse al tren de Artouste. Y es que, hay muchos lugares que ver en Panticosa, estamos seguros de que te sorprenderá.
  • Cerler. Una mítica estación de esquí al lado del pueblo de Benasque, centro neurálgico de los montañeros en el Pirineo Aragonés. Tiene un dominio esquiable de 80 kilómetros con más de 70 pistas. La cota mínima está a 1.500 metros, al lado del pueblo que comparte nombre con la estación, y la cota máxima se eleva sobre los 2.360 metros. En época estival, Cerler pueblo pone en funcionamiento el Telesilla El Molino, un increíble mirador desde el que ver en Huesca algunas de sus cumbres más simbólicas.
  • Astún-Candanchú. Un territorio esquiable de más de 100 kilómetros con 102 pistas. Un dominio de gran tradición con snowpark, circuito de conducción extrema y parques de ocio para peques, como Candanchulandia. En verano podemos subirnos al Telesilla Los Lagos, que acerca a todos los públicos la famosa Ruta de los Ibones o hacer rutas en BTT por el entorno de Candanchú.

4. Relax en balnearios

¿Por qué no complementar todas estas actividades en Huesca con un día de relax y autocuidado? En un paraje natural impresionante, podremos relajarnos y alejar las preocupaciones del día a día en un balneario con aguas mineromedicinales. Esos son los dos mejores spas de la provincia de Huesca:

  • Balneario Vilas del Turbon. Se inauguró en 1934 y tiene mucha historia, ya que entre los usos que ha tenido, destaca que se empleó como refugio de niños durante la Guerra Civil. Hoy ofrece 55 habitaciones para alojarse, así como piscinas termales activas, saunas finlandesas, termas de contraste y tratamientos específicos de belleza y masajes corporales.
  • Balneario de Panticosa. Un auténtico resort de relajación de 8.500 metros cuadrados a más de 1.600 metros de altitud. Tiene hoteles, restaurantes y tres instalaciones dedicadas al bienestar: las Termas de Tiberio, con piscina central con chorros a diferentes alturas, cuellos de cisne y Geiser, piscinas de contrastes, piscina abierta al exterior, piscina al aire libre con hidromasaje y cuellos de cisne, sauna finlandesa, piedra caliente, vaporarium, pediluvio y solárium con vistas a los Pirineos; el Balneario del Quiñón, espacio en el que se trataban afecciones médicas, con cura hidropínica, vaporarium, chorro aéreo hidrotermal aplicado por un terapeuta, albercas con agua hidrotermal, una piscina central con agua hidrotermal, piscina exterior con vistas a la montaña y chorros con agua hidrotermal y sala de reposo postermal; y el espacio termal del Gran Hotel, más pequeño y acogedor, con hidratación termal, vaporarium, piscina grande y cascada, cubo sueco y reposo postermal. Sin duda, un lugar qué ver en Huesca si quieres disfrutar de la tranquilidad alrrededor de las montañas.

5. Pueblos más bonitos qué ver en Huesca

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Los pueblos enclavados en el Pirineo de Huesca tienen un encanto especial, con tejados de pizarra y construcciones de piedra. Es difícil pasar por uno que no te enamore. En todo caso, te dejamos una lista con los municipios que hay que ver en Huesca, para que no te pierdas los más mágicos:

  • Ansó. Una auténtica joya en pleno Pirineo Aragonés que está declarada Conjunto Histórico-Artístico. Este pequeño pueblo tiene una apariencia medieval que nos hará viajar en el tiempo, con casitas de piedra y calles que conservan su entramado tradicional. Déjate llevar sin rumbo por sus rincones y visita la iglesia de San Pedro y el Museo Etnológico, para saber más sobre el modo de vida del lugar.
  • Alquézar. Una villa medieval muy bonita encaramada en medio de un monte y con apenas 300 habitantes. Lo que hay que ver en Alquézar es la colegiata de Santa María la Mayor, la plaza Mayor, la iglesia de San Miguel y el mirador Sonrisa del Viento, con una gran panorámica. Y, por supuesto, sus callecitas empedradas.
  • Torla. Es un pueblo que prácticamente todo el año está repleto de ambiente montañero. ¿La razón? Es la puerta de entrada habitual al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido de Huesca. Además, sus calles tienen un gran encanto; sentirás que regresas al Medievo.
  • Benasque. Otro municipio con mucho ambiente y repleto de tiendas de deporte, ya que desde aquí parten los que intentan ascender cimas emblemáticas como el Aneto. En Benasque hay que ver el palacio de los condes de Ribagorza, la Casa Juste y la Iglesia de Santa María la Mayor.
  • Aínsa. Una preciosa villa medieval que está reconocida como Conjunto Histórico-Artístico. ¿Qué ver en Aínsa? Además de pasear por sus calles, no te pierdas el castillo-fortaleza, la plaza Mayor y la iglesia de Santa María.

6. La Estación de Canfranc

La Estación de Canfranc es un auténtico símbolo del Pirineo de Huesca que no te puedes perder. Se inauguró en 1928 y entonces se convirtió en la segunda más grande de toda Europa. Sin embargo, el cierre de la línea en Francia en 1970, supuso su deterioro y abandono definitivo durante décadas. Hasta que se recuperó en 2021; desde entonces vuelven a pasar los trenes y las viejas instalaciones se han reconvertido en un hotel de mucho lujo.

En la actualidad se hacen visitas guiadas con explicaciones arquitectónicas y en las que se pueden conocer innumerables anécdotas que rodean a la Estación de Canfranc en Huesca, como las increíbles historias que se vivieron en sus instalaciones durante de Segunda Guerra Mundial.

Entonces era un punto de paso de oro, obras de arte robadas y de judíos que huían del horror. El recorrido dura una hora y hay que reservar previamente (no se puede hacer por libre) y es uno de los lugares más curiosos qué ver en Huesca.

7. Templos y castillos con historia

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Huesca es una provincia con mucha cultura e historia. Así que los amantes de los grandes monumentos también encontrarán aquí algunas visitas obligatorias. Apuntamos tres:

  • Santuario de Torreciudad. Es un punto de peregrinaje de la “ruta mariana” (que también pasa por El Pilar de Zaragoza o la basílica de Lourdes en Francia) que está a 24 kilómetros de Barbastro. Un gran complejo bastante moderno que conserva una antigua ermita del siglo XI.
  • Castillo de Loarre. Una auténtica maravilla medieval que se asienta sobre una colina, a más de 1.000 metros de altitud. Un imprescindible que hay que ver en Huesca. Data del siglo XI y está muy bien conservada; de hecho, dicen que es la que permanece en mejor estado de conservación de estilo románico de todo el mundo. Vale la pena visitar el interior del castillo y conocer la iglesia de San Pedro, la torre del Homenaje, el aljibe y la torre albarrana. No dejes de admirar las vistas que se obtienen de la llanura de la Hoya de Huesca.
  • Monasterio de San Juan de la Peña. Os proponemos una visita a un enclave de gran valor histórico en Huesca. Data del siglo X –aunque se reconstruyó un siglo después- e históricamente estuvo relacionado con el enigmático Santo Grial. En su interior, hay que ver la iglesia prerrománica, la capilla gótica y las pinturas del siglo XII.

8. La “muralla china” de Huesca

¿Sabías que hay una “muralla china” natural en el prePirineo Aragonés? Se trata de un muro de gran interés geológico en el término municipal de Viacamp, en la comarca de La Ribagorza, y muy cerca del pueblo abandonado de Finestras, en un extremo del embalse de Canelles.

Es una de las curiosidades que hay que ver en Huesca, con una sorprendente disposición vertical de las capas de roca que dan la sensación de crear una “muralla” en pleno entorno natural.

El mejor acceso es desde Estopiñán del Castillo. Aquí sale una pista que podemos recorrer andando, en bici o en todoterreno. Son unos 12 kilómetros (solo ida) sin dificultad.

9. El parque de Lacuniacha, un lugar único qué ver en Huesca

El Valle de Tena tiene un plan en Huesca ideal para las familias: una visita al parque faunístico de Lacuniacha. Está en Piedrafita de Jaca y es un bosque de 30 hectáreas en el que podréis descubrir una gran variedad de animales salvajes que viven o vivieron en el Pirineo mientras paseáis por el monte, siguiendo unos itinerarios señalizados y muy didácticos.

El recorrido es de 4,5 kilómetros y, si tenéis suerte y os fijáis bien, podéis llevar a ver hasta 120 especies diferentes, entre las que destacan ciervos, sarrios, cabras montesas, caballos Pzewalski, linces, bisontes, osos, corzos, renos, lobos o muflones.

Todos los animales que viven aquí han nacido en cautividad, vienen de centros de recuperación o han sido rescatados de espacios donde no estaban bien cuidados. Al adentrarte en terreno salvaje y por senderos naturales de montaña (no asfaltados), hay que llevar un calzado adecuado.

10. El desierto de los Monegros

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Dejamos los Pirineos para acercarnos a un paisaje de Huesca que contrasta radicalmente con esa frondosidad y humedad: el desierto de los Monegros. Es una amplia estepa subdesértica que representa un valioso y peculiar espacio natural que es todo un ejemplo en Europa. Y no te dejes engañar por las apariencias: su aridez aguarda una rica biodiversidad y un alto valor ecológico.

En su paisaje se intercalan estepas, muelas o torrollones, barrancos y saladas. Hay campos de cultivo, bosques de pinos y sabinas que, antaño, cubrían grandes extensiones y es lo que le dio el nombre de “Montes Negros”.

Hoy cuenta con importantes Zonas de Protección para las Aves (ZEPAs), ya que habitan aves rapaces de gran valor como el águila real, el alimoche o el búho real. Puedes descubrir su entorno con excursiones como la Ruta de los Torrollones, la Vuelta a la Laguna de Sariñena o la ruta que sube a San Caprasio.

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Publicado por Viajes Estiber

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