Esquiar va mucho más allá de bajar por las pistas verdes, azules, rojas o negras de las estaciones de esquí. Hay disciplinas de lo más variadas, desde las que requieren mucha técnica, hasta las que son físicamente muy exigentes.
Seguro que te suenan palabras como «slalom» o «Super G». Si te estás iniciando en el mundo del esquí y quieres conocerlo más a fondo, o si ya esquías pero desconoces las modalidades que tiene este deporte invernal, te acercamos todas las modalidades de esquí que existen. Una información útil para iniciarnos en ella o para acercarnos a ver pruebas si vamos a ir a una competición.
Vamos a analizar los tipos de esquí que hay dividiéndolos en en sus cinco grandes familias: esquí alpino, esquí de fondo, esquí de travesía, esquí freestyle y esquí freeride.
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Esquí alpino
Esta disciplina de esquí es, básicamente, la que practicamos cuando vamos a una estación de esquí: bajar por pistas señalizadas. Por ese motivo, también se le conoce como «esquí de descenso».
Como te puedes imaginar, su nombre viene de los Alpes y el objetivo es descender a gran velocidad. Dentro del esquí alpino podemos distinguir diferentes modalidades:
- Descenso. Estas competiciones duran tres días y en la prueba del último día se alcanzan velocidades espectaculares. Actualmente el récord mundial de velocidad lo tiene el esquiador italiano Ivan Origone, que logró ir a 254,958 kilómetros por hora en 2016.
- Slalom (o eslalon). Aquí el recorrido es corto, pero la dificultad estriba en que hay muchas puertas a poca distancia, entre los 75 centímetros y los 15 metros. Eso significa que los esquiadores tienen que hacer giros muy cerrados y complicados. Todavía más espectacular es el slalom gigante, con menos puertas.
- Super G (o Super Gigante). En esta disciplina se combinan las dos anteriores: la velocidad del descenso y la precisión y habilidad del slalom. Aquí dos esquiadores descienden al mismo tiempo y gana el que antes llega a la meta.
Esquí de fondo
Si escuchas el nombre de esquí nórdico o cross-country skiing, estamos hablando de lo mismo. Nos referimos a la práctica del esquí en grandes extensiones por circuitos predeterminados, donde el objetivo es recorrer esas largas distancias en el menor tiempo posible y en un terreno que suele ser bastante llano. Requiere mucha fortaleza mental y resistencia.
Podemos explicar que es el esquí de fondo a través de dos estilos: el clásico, donde se avanza en línea recta y con movimientos en planeo; y el patinador, que como su propio nombre indica, hace un deslizamiento en forma de «V» que se parece al del patinaje sobre hielo o sobre ruedas.
Esta disciplina emula, en realidad, el origen del esquí: era el método que se empleaba en las zonas más gélidas del planeta para desplazarse sobre la nieve en aquellos lugares donde puede durar meses. Es la manera como se transportan en los países nórdicos y una alternativa a las raquetas de nieve, de progresión más lenta.
Aunque nos parezca una modalidad que no es tan rápida como otras, los expertos hacen subir el cuenta kilómetros de manera increíble. El récord mundial de esquí de fondo lo tiene el checo Radek Cermak, que alcanzó unos nada despreciables 145,87 kilómetros por hora.
Esquí de travesía
En inglés se le conoce con el nombre de ski touring, esquí de montaña o directamente con la abreviación «skimo». Para que nos entendamos, el esquí de travesía vendría a ser como practicar alpinismo o hacer una travesía sobre los esquís. Es, por tanto, la modalidad más indicada para los más aventureros. ¿En qué consiste? En hacer la ascensión y descender un pico, hacer un recorrido determinado o completar una excursión.
En esta disciplina, además de un gran manejo sobre los esquís, requiere mucho conocimiento de la montaña y de los terrenos, de las condiciones de la nieve, saber leer el tiempo y también saber emplear el ARVA o DVA por si fuera necesario en caso de avalancha.
El esquí de travesía es física y mentalmente exigente, pero también es otra manera de vivir el esquí más salvaje y que da una gran sensación de libertad. El catalán Kilian Jornet completó nada menos que 23.486 metros de desnivel positivo (¡solo positivo!) en Noruega en 2019 en 24 horas sin parar.
Esquí freestyle
Otra de las modalidades de esquí que tiene gran espectacularidad y belleza para ver es el esquí freestyle. Si te gustan los deportes invernales, vale la pena ver alguna competición como espectador. Nos quedaremos con la boca abierta viendo todo tipo de saltos, acrobacias, piruetas y formas imposibles sobre los esquís o sobre la tabla de snowboard.
Se dice que este tipo de esquí lo inventaron los noruegos como una manera de divertirse en las pausas de su entrenamiento de esquí. Lo que empezó siendo una tontería para echarse unas risas, hoy es una práctica muy extendida en los snowparks de todas las estaciones de esquí. Hay algunos que incluso abren por la noche, cuando han cerrado las pistas (como el Sunset Park Peretol de Grandvalira, el esquí nocturno en Pas de la Casa, Andorra).
En la actualidad el freestyle es uno de los tipos de esquí que está reconocido como deporte por la Federación Internacional de Esquí (FIS), donde tiene reglamentos que regulan su práctica y sus pruebas. Podemos dividir el freestyle en dos modalidades:
- Esquí aerial. Aquí los participantes efectúan saltos desde plataformas que acaban con una rampa empinada.
- Esquí mogul. En esta modalidad se progresa por un recorrido que tiene pendiente y que está lleno de baches y montículos, donde se hacen piruetas y acrobacias.
- Half-pipe. Podemos decir que esta es una «submodalidad» de los que practican freestyle. Es una de las técnicamente más complicadas, en la que hay que encadenar diferentes trucos en una rampa de medio tubo de 3 a 6 metros, con paredes que tienen una pendiente que puede llegar a los 16 metros. ¡Puro espectáculo de acrobacias sin fin!
Esquí freeride
El esquí freeride es el ideal para las almas libres que buscan retos y que odian los recorridos marcados y encorsetados, para quienes quieren vivir la montaña sin ataduras. Cuando escuchamos lo de hacer «esquí fuera de pista» nos referimos a esto, a no seguir ningún recorrido marcado, a adentrarnos por la nieve virgen, por zonas donde no hay pistas verdes, ni azules, ni rojas, ni negras.
Lo mejor es que sentiremos la mejor nieve polvo bajo nuestros esquís y vibraremos con grandes pendientes, además de contemplar paisajes diferentes a los de las pistas y sin aglomeraciones a nuestro alrededor. Se suelen subir los esquís al hombro y después se desciende con ellos.
¿El problema? Que se asumen muchos riesgos. Esta práctica de esquí solo es aconsejable para los expertos que tienen un manejo elevado de los esquís, pero no solo eso: también deben saber reconocer los diferentes estados de la nieve y saber leer los terrenos desconocidos, y es que en la montaña salvaje nos podemos topar con obstáculos inesperados como árboles, rocas o agujeros.
Antes de practicar esquí freeride hay que consultar el parte del tiempo y el boletín de aludes, para minimizar riesgos en la medida de lo posible. Hay que ir siempre acompañado y llevar material de seguridad, lo que incluye ARVA o DVA con pala, sonda y reflector RECCO (y no solo llevarlo encima, sino también saber utilizarlo).